La etapa de la Menopausia en la vida de una mujer, es un periodo de muchas incertidumbres e inquietudes. Es la etapa en donde, por alguna razón, comenzamos a sentir cosas en nuestro cuerpo que no sentíamos antes.
Nos comienzan a dolor todo el cuerpo, a tener intolerancias al calor y al frío de forma abrupta y a veces sin las condiciones ambientales para ello; nos irritan los espacios, las personas y no queremos hacer muchas cosas que hacíamos antes. Parece que nos convertimos en personas asociales, no nos atrae el sexo o la pasión de nuestras parejas, en definitiva, nos convertimos en personas emocionalmente inestables a la vista del resto del mundo.
¿Cómo les explico que no tengo ganas de nada? ¿Cómo sigo trabajando si no tengo la misma creatividad y voluntad de todos los días? ¿Cómo le digo a mi pareja que no es él/ella, que soy yo?
Son las tantas preguntas que llegan a la mente, preguntas que suelen ser cotidianas, limitar mi planificación de vida o la ejecución de mis metas.
Te tengo una noticia, no eres tú, son tus hormonas y tu metabolismo que te están haciendo un llamado de atención. Te están recordando que ya eres madura, que ya tomas decisiones por tu propia cuenta, que eres dueña de tu destino y tus emociones, te invitan a reflexionar sobre lo selectiva que te estás volviendo y lo especial que sigues siendo.
Cierto es que los estrógenos y las progesteronas comienzan a disminuir, pero la buena noticia es que ellas no se ausentan, nuestra glándula suprarrenal sigue produciéndolas. Si es cierto, que los estrógenos modulan parte de la actividad del colesterol, el intercambio de calcio y la conservación del colágeno, muy bien conocido es por evidencias científicas, que si tenemos un equilibrio externo podemos hacer que con esa pequeña cantidad que nos aporta las glándulas suprarrenales, podrían ser suficientes.
¿Cuáles son esos elementos externos con los que podemos ayudar a nuestras suprarrenales? Una complementación suficiente y necesaria de energía a través de alimentos que nos aporte los nutrientes para nuestro día a día. Una actividad física diaria mínima, que active nuestros músculos y mantenga un gasto calórico óptimo para nuestras células. Atención plena a nuestras actividades, pensamiento y emociones, para disminuir situaciones que nos generen incomodidades y emociones encontradas. Sobre todo, compartir, mantenernos activos con nuestras querencias: las personas queridas, nuestra actividad laboral favorita, las formas como nos distraemos y nos relajamos. Aprender y aprender y seguir aprendiendo la lectura y la búsqueda de nuevos conocimientos siempre nos mantienen las neuronas activas y felices.
Reconoce que has aprendido, has madurado, te has vuelto selectiva, que ya las mismas cosas que antes no te deslumbran, que nuevas cosas te emocionan, que tienes la voluntad de una guerrera luminosa que lleva la experiencia hormonal y metabólica que te permiten tener decisiones asertivas y seguir siendo profundamente feliz. Sigue los mensajes que te va dando tu cuerpo, escúchalo y aprende a decidir con él.

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