Comenzar un proceso de rehabilitación en materia de alimentación saludable, es todo un reto con mis consultantes. La verdad no he podido establecer un patrón común ni un algoritmo para tratar a todos los pacientes por igual, porque lo difícil no es establecer un plan que lleve al consultante rigurosamente a los cambios de hábitos que necesita.
Ciertamente todos los consultantes no son iguales, cada uno con una particularidad cultural y familiar que marcan pautas de apego hacia ciertas preferencias culinarias. Además, que el acercarme a estos principios emocionales que marcan la relación de las prácticas de vida con la selección de cierto tipo de alimentos, ha sido una de mis prioridades al momento de acompañar a cada paciente. Esta es mi primera estrategia, cuando el coaching de bienestar ocupa gran espacio en mi consulta.
Muchas han sido las herramientas que, a lo largo de los años, los investigadores, nutriólogos, médicos y especialistas de la alimentación, han procurado la construcción de estrategias amigables para que los afectados por alteraciones metabólicas (obesidad, colesterol elevado, diabetes, entre otras) pueden construir mejores hábitos de vida sin recaídas ni las tan preocupantes “Ansiedades Alimentarias”. Es por ello, que de principio me gusta mostrarle al consultante que para comenzar los cambios no tiene que plegarse a una “dieta específica”, lo importante que reconozca que está mal y que está bien al momento de alimentarse y en este sentido, dado que el mal manejo de los carbohidratos es una característica común, el enseñar lo que significa INDICE Y CARGA GLUCEMICA (IG, CG), es de mis mejores recursos.
El Índice Glucémico y Carga Glucémica son dos herramientas nutricionales fundamentales para comprender cómo los alimentos afectan nuestros niveles de glucosa en sangre. Aunque a menudo se utilizan indistintamente, estos términos representan conceptos distintos pero complementarios.
El índice glucémico (IG) mide la velocidad con la que un alimento eleva los niveles de azúcar en sangre después de su consumo. Se expresa como un porcentaje en una escala de 0 a 100, donde los alimentos de bajo IG (0-55) producen un aumento gradual y sostenido de la glucosa, mientras que los de alto IG (70-100) provocan un pico rápido y pronunciado.
Por otro lado, la carga glucémica (CG) considera tanto la calidad como la cantidad de carbohidratos en un alimento. A diferencia del IG, que se basa en una porción estándar de alimento, la CG toma en cuenta el tamaño de la porción que se consume. La fórmula para calcular la CG es:
CG = (IG x cantidad de carbohidratos en gramos) / 100
La CG proporciona una estimación más precisa del impacto real de un alimento en nuestros niveles de glucosa, ya que un alimento con un IG alto pero una baja cantidad de carbohidratos por porción tendrá una CG baja y, por lo tanto, un menor efecto en la glucemia.
Y ESTAS DIFERENCIAS ¿QUÉ SIGNIFICAN?
Comprender estos conceptos es esencial para controlar los carbohidratos en la dieta y mantener niveles de glucosa estables. Al elegir alimentos con bajo IG y CG, se pueden prevenir picos de azúcar en sangre, reducir la necesidad de insulina y disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.
Principales diferencias entre el índice y la carga glucémica:
- Foco: El IG se centra en la velocidad con la que un alimento eleva la glucosa, mientras que la CG considera tanto la velocidad como la cantidad de carbohidratos.
- Cálculo: El IG se calcula comparando el aumento de glucosa de un alimento con el de la glucosa pura, mientras que la CG se calcula utilizando el IG y la cantidad de carbohidratos en una porción específica.
- Aplicación: El IG es útil para comparar alimentos entre sí, mientras que la CG proporciona una mejor estimación del impacto real de un alimento en la glucemia.
Lo valioso de este recurso es que nos permite controlar los picos de azúcar que desestabilizan a la insulina, esto contribuye a controlar el apetito y mejorar la saciedad. Al utilizar de una forma más eficiente los carbohidratos se reduce la fatiga que se produce con los cambios de hábitos alimenticios y mejora el rendimiento físico cuando ponemos el cuerpo en movimiento. Una buena saciedad-energía, mantiene a las neuronas satisfechas y reduce los estados ansiosos evitando las recaídas a malas prácticas de alimentación.
Con este maravilloso recurso, que en mi consulta puedes aprender a utilizar, podemos:
- Aprender a priorizar alimentos menos procesado, estos conservan sus fibras y permiten una absorción justa de los carbohidratos.
- Entender que consumir proteínas y grasas saludables, ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre.
- Aprender a combinar alimentos de alto índice glucémico con alimentos de bajo índice glucémico puede ayudar a reducir la carga glucémica general de la comida.
- Disminuir paulatinamente el consumo de azúcares añadidos, incluyendo los edulcorantes artificiales.
Experimentar una situación de malestar metabólico no es una tarea fácil de llevar, te acompaño a sobrellevarla.
¡Manos que aprenden cada día, trascienden!
0 comentarios